Los guerreros Hititas fueron parte fundamental de la máquina de guerra de uno de los más grandes imperios jamás vistos en el mundo “el Hitita” del que todavía existe una gran aura de misterio, de origen Ario o indoeuropeo los hititas llegaron a asentarse en las región de la meseta central de Anatolia actual Turquía entre los siglos XVIII y XII a.C. Aglutinando a numerosas ciudades-estado de culturas muy distintas entre ellas, llegando a crear un influyente Imperio gracias a su superioridad militar y a su gran habilidad diplomática. Se constituyeron como la cuarta potencia en Oriente Medio (junto con Babilonia, Asiria y Egipto). No podemos hablar de los antiguos Hititas sin antes mencionar a su descubridor el arqueólogo y aventurero francés Charles Felix Marie Texier quien en una expedición a Anatolia en el año 1833 encontró esta misteriosa civilización con sus extrañas inscripciones sin igual en el mundo, aunque el explorador Charles no lo comprendió por entonces, las ruinas que completo eran las de la misma capital del gran imperio Hitita, un lugar que los antiguos llamaban Hattusa.
Tradicionalmente, la historia hitita se ha divido en tres partes: el reino antiguo, donde los hititas edificaron un poderoso reino; el reino medio, una etapa bastante oscura y con cierta decadencia de la fortaleza hitita; y el reino nuevo, donde los hititas alcanzan la categoría de imperio y su máxima expansión. No obstante, en la actualidad se dispone de suficiente información para desechar la existencia del reino medio, prefiriéndose hablar de una etapa oscura o de decadencia, anterior al reino nuevo.
Mapa del Imperio Hitita: en rojo oscuro, el territorio del reino hitita hacia 1560 a. C.; en rojo claro, su máxima extensión, antes de la Batalla de Kadesh.
En pocos siglos estos pueblos lograron alcanzar un gran poderío. Hacia el año -1600, su rey Mursil I conquistó Siria y parte de la Mesopotamia, realizando, incluso la hazaña de apoderarse de la ciudad de Babilonia, a la que saquearon duramente. Luego sobrevienen varios siglos de oscuridad. Hacia -1300 los hititas conocieron un nuevo período de esplendor: sus fronteras se extendieron hacia el sur alcanzando los límites del poderoso Egipto. Sus más grandes reyes, Shubiluliuma, y sobre todo Hatusil III someten a su dominio a Fenicia y Canaán, llevando a su apogeo el poderío hitita. Las modernas excavaciones efectuadas en su antigua capital descubren los restos de su cultura brillantísima y revelan que existieron estrechísimas relaciones entre los hititas y un pueblo del Mar Egeo, los cretenses, maestros de los futuros griegos... Se han encontrado, al mismo tiempo, más de 10.000 tablillas de arcilla, referentes a relaciones diplomáticas, asuntos comerciales, y demás, constituyendo un valioso archivo de documentos sobre la vida de los hititas.
Ritón de plata y oro con forma de ciervo (Arte Hitita)
Hatti
proviene de las crónicas asirias que lo identificaban como el "País de Hatti", y por otra parte los egipcios les denominaban "Heta", que es la transcripción arbitraria del jeroglífico "Ht" Por otra parte, los "Hatti" eran un pueblo que vivían en la misma región que los hititas, antes del primer imperio hitita, y cuya conquista por parte de los segundos provocó que los asirios y demás Estados vecinos siguieran usando el nombre de "Hatti" para denominar a los nuevos ocupantes, pasando a significar "La tierra de la ciudad de Hattusa".
Guerrero Hitita
El arte Hitita
Los artistas y artesanos hititas, que día a día trabajaban con todos estos metales y piedras, creían también en todos esos valores, en esos simbolismos. Incluso cuando con simple barro daban forma a figuritas de toros por ejemplo, estaban evocando ideas cruciales: los animales sagrados y simbólicos del dios hitita de las tormentas. Y cuando esculpían los leones de Alaca tenían en su mente a la diosa Hepat. Porque vivían un mundo de materias vivas muy distinto al nuestro, un mundo en el que hasta los manantiales y los ríos traían un mensaje del más allá. La escultura y el relieve hititas, que en la mayor parte de las obras conservadas podría datarse entre el 1400 y el 1190 a. C. es un arte de madurez técnica y estilística. Contra lo que cabía esperar de épocas tan remotas, los maestros hititas mostraron preferencias distintas sobre unas u otras piedras. La caliza, por ejemplo, una piedra blanda fácilmente disponible en el entorno de Anatolia, sería ciertamente la base más utilizada para tallar relieves o esculturas monumentales. Pero otras más duras y problemáticas también gozaron de su estima. Así el granito, empleado en los ortostatos de Hattusa, utilizado para esculpir las grandes esfinges, el león del ángulo y los ortostatos de Alaca, y el bello cristal de roca importado del lejano Elam, con el que se realizaron pequeñas y graciosas estatuillas.
Representacion de la capital Hattusa
Hattusa
Construida en fases a los largo de cientos de años sobre rocoso promontorio entre dos escarpados desfiladeros, y en última instancia circundada por muros dobles coronados de almenas de madera y ladrillo con ventanas y torretas almenadas para los arqueros, una ciudadela de roca totalmente infranqueable e inexpugnable para cualquier enemigo o atacante, durante su apogeo en el siglo XIII a.C. Hattusa abarcó 414 acres era un gran centro neurálgico que se desarrolló en todo su esplendor alrededor del periodo comprendido entre los años 1400 y 1200 a.C. Situada en el centro de Anatolia, la ciudad contaba con extensos bosques y una gran extensión fértil, pero los ríos de la zona no eran navegables, la ciudad estaba completamente fortificada, rodeada por una doble muralla y reforzada por torreones. En 1986, la UNESCO declaró el enclave Patrimonio de la Humanidad. En la actualidad, los restos que se conservan dan muestra del esplendor de la civilización hitita. La entrada mejor conservada de Hattusa es la denominada Puerta de los Leones.
En ella se observan figuras de estos animales feroces esculpidas en la piedra, con las fauces abiertas como si rugieran, representando simbólicamente protección y defensa. Las mayores y más antiguas esculturas hititas conocidas son las que adornaban las tres puertas principales del último recinto amurallado de Hattusa; la puerta de los leones en el sector oeste, la de las esfinges que coronaban el glacis de Yerkapi al sur y la del rey, en el sector oriental. Esta última sería así llamada desde su descubrimiento, porque en la enorme jamba izquierda del arco parabólico interior, el que da a la ciudad, un fino maestro escultor dejó tallada la figura de un imponente personaje armado que constituye, en su acentuado altorrelieve -pues la cabeza, por ejemplo, sale casi tres cuartos de la piedra- la única escultura de bulto redondo hitita conservada. Se trata, evidentemente, de un dios guerrero y protector del acceso urbano con su típico casco divino de cuernos, su torso desnudo y sus pies descalzos.
El casco, con carrilleras, cubrenuca y largo penacho, semeja a los llevados por los guerreros hititas; lo mismo que la espada ajustada a su cintura y el hacha de mango largo suponen otros tantos trasuntos de las armas empleadas habitualmente. Durante el Reino Nuevo hitita, la capital alcanzó su máxima extensión, y se dividió en dos partes aproximadamente iguales: la ciudad interior y la exterior, ambas rodeadas por una muralla construida en tiempos de Shubiluliuma I. La ciudad interior contenía principalmente edificios administrativos y templos, mientras que la exterior destacaba por las elaboradas puertas de su muralla (que incluían guerreros, leones y esfinges) y contenía, además de algunos templos, casas y edificios de uso comercial. En las afueras se situaban los cementerios. En su momento álgido, la ciudad tuvo una población de 40.000 o 50.000 personas.
El portal de la esfinges hattusa
Tallado con minuciosidad para incluir hasta el vello del pecho y las cutitulas de las uñas, el dios de 2.25 metros dela Puerta del rey emerge de la piedra caliza el el alto del relieve.
Nuevo Reino Hitita
El denominado Nuevo Reino Hitita fue fundado hacia el 1450 a.C. Uno de sus miembros más importantes, el príncipe real Subbiluliuma (que reinó hacia 1380-1346 a.C.), usurpó el trono durante un periodo de invasiones extranjeras. Después de liberar su país y derrotar a su principal enemigo, el reino de Mitanni, situado en el norte de Mesopotamia, condujo sus ejércitos más allá de Siria. Allí sus conquistas fueron sencillas por el debilitamiento del poder egipcio durante el reinado del faraón Ajnatón, (o Amenofis IV). De este modo, el reino hitita bajo Subbiluliuma se convirtió en un gran imperio que rivalizó con el poder de Egipto, Babilonia y Asiria. Tras la muerte de Subbiluliuma, los hititas consiguieron mantener la mayor parte de su Imperio, aunque sólo mediante guerras continuas. Durante los siglos XV y XIV a.C., sus posesiones se extendieron hacia el oeste, hasta el mar Egeo, hacia el este hasta Armenia, hacia el sureste hasta Mesopotamia superior, y hacia el sur desde Siria hasta el actual Líbano.
La conquista y saqueo de Babilonia
No fueron los kasitas, ni otros enemigos próximos quienes pusieron fin al imperio y a la dinastía Hammurabi en babilonia. Un ejército hitita al mando de Mursil I atacaba y tomaba la ciudad el año 1595 a.C Babilonia fue saqueada y, según la práctica frecuente de los ejércitos victoriosos, la estatua del dios Marduk fue sacada de su templo y llevada a Hattusa, la capital hitita, junto con el resto del botín. Los victoriosos asaltantes, sin duda muy lejos de su país como para consolidar la conquista, regresaron a Hatti, dejando la ciudad abandonada a su suerte. La caída de Babilonia, que puso la desaparición de la dinastía reinante, no reporto ningún provecho, a los hititas, al margen del botín conseguido en le saqueo y la confirmación de su poderío militar.
Relieve Hitita que muestra la matanza de sus enemigos bajo los carros de combate.
Ramses II durante la batalla de Kadesh
La batalla de Kadesh
Durante la segunda mitad del siglo XIV a.C., los hititas mantuvieron continuos conflictos con Egipto. Estos dos grandes poderes lucharon para controlar Siria hasta la batalla de Kadesh (c. 1296) entre el rey hitita Muwatalli ( reinó hacia 1315-1296 a.C.) y el faraón egipcio Ramsés II, el imperio egipcio luego superar la depresión sufrida durante el reinado del faraón Tutankamón. Ramsés quería reconquistar los territorios perdidos en aquellas épocas de confusión al este del mediterráneo, pero sus huestes sufrieron hacia el 1300 una tremenda derrota en la gran batalla de kadesh contra el ejercito Hitita, que fue ocultada por los egipcios, pero ahora sabemos gracias a tablillas encontradas en Hattusa que en realidad los hititas ganaron la batalla, luego de la muerte del rey hitita Muwatalli, su sucesor Hattusil III (que reinó hacia 1289-1265 a.C.) firmó un tratado de paz con Ramsés II años después y lo selló dándole a su hija en matrimonio. Durante el reinado de Hattusil III, debieron afrontar ataques por parte de los asirios, gobernados por Salmanasar I. Posteriormente, las relaciones entre hititas y egipcios siguieron siendo amistosas, hasta que el Imperio hitita cayó poco después del 1200 a.C. en manos de los invasores denominados pueblos del mar.
La Batalla de Kadesh fue la última contienda a gran escala entre egipcios e hititas, pueblos que ya no volverían a invadir cada uno la esfera de influencia del otro. Es también la primera batalla en la Historia Universal que está documentada hasta el punto que es posible reconstruirla etapa por etapa, incluyendo la estrategia militar y el armamento empleado en la misma.
El Tratado de Kadesh
El documento que formalizó la tregua entre Egipto y el Imperio Hitita, conocido como Tratado de Kadesh, es el primer texto de la historia que documenta un tratado de paz. Fue copiado en numerosos ejemplares escritos en caldeo babilonio (lengua franca de la diplomacia de la época) sobre preciosas hojas de plata. Varios ejemplares se han encontrado en Hattusa, capital hitita, mientras que otras copias se hallaron en Egipto. Otros ejemplares escritos sobre materiales más viles, conteniendo el mismo texto, también han llegado hasta nosotros, como por ejemplo el conjunto de tablas de arcilla conservado en el Museo de Arqueología de Estambul, correspondiente a la versión hitita del tratado.
Tabla de arcilla conteniendo el Tratado de Kadesh, Museo de Arqueología de Estambul
Alfabeto e idioma jeroglífico
La mayoría de los textos encontrados en los archivos estaban escritos en lengua hitita, aunque los tratados y las cartas de Estado estaban escritos en acadio, el idioma internacional de la época. Otros textos estaban escritos en lengua hurrita del sureste de Anatolia y norte de Mesopotamia, idioma no relacionado con ningún tronco lingüístico conocido. Los hititas utilizaron el sistema cuneiforme de escritura adoptado de los babilonios, aunque también emplearon un sistema de jeroglíficos para inscribir un idioma muy relacionado con el hitita, probablemente un dialecto luvita. Aunque los jeroglíficos se utilizaron durante el periodo del Imperio, la mayoría de las inscripciones pertenecen al periodo posterior a su caída. La literatura de los hititas estaba muy desarrollada, según muestran los documentos históricos y las narraciones. Abajo se demuestra la comparación de estilo en el "alfabeto" cuneiforme utilizado por este pueblo.
Este pequeño sello de plata abrió la puerta al descifre de la lengua hitita. Al contener tanto caracteres cuneiformes como jeroglíficos hititas, es bilingüe, una inscripción de un texto en dos lenguas.
Organización y éxitos
El rey Hitita actuaba como sumo sacerdote, jefe militar y juez principal. Durante el Antiguo Reino era asesorado por el pankus, consejo asesor de nobles, que posteriormente desapareció. El reino estaba administrado por gobernaciones provinciales que actuaban como ciudades - estado del reino. Los territorios situados fuera del reino estaban frecuentemente gobernados como reinos vasallos estableciendo tratados formales con sus gobernantes. Los éxitos más relevantes de la civilización hitita se encuentran en el campo de la legislación y de la administración de justicia. Los códigos civiles de los hititas revelan una gran influencia babilónica, aunque su administración de justicia es mucho más severa que la de los babilonios. Los Hititas rara vez recurrían a la pena de muerte o a la mutilación corporal, características de otras civilizaciones del antiguo Oriente Próximo. Además, la justicia hitita se basaba fundamentalmente en el principio de restitución en lugar del de retribución o venganza. La pena por robo, por ejemplo, era la devolución del objeto robado y el pago de una recompensa adicional.La economía Hitita se basaba en la agricultura. Los principales cultivos eran el trigo y la cebada, y los animales fundamentales el ganado vacuno y las ovejas. Los hititas también tenían reservas de minerales ricos, tales como el cobre, el plomo, la plata y el hierro. Sus técnicas metalúrgicas eran avanzadas para su época; puede haber sido el primer pueblo en trabajar el hierro.
Santuario de Yazilikaya
Águila bicéfalo relieve hitita
Imágenes diminutas de dioses hititas, como las que se ven aquí, pueden haber sido colgantes el dios con el bastón es desconocido, la mujer con el bebé es la diosa del sol Arinna, esposa del dios del clima.
Ritón de plata con forma de toro ( Arte hitita)
Deidad alada hitita hecha de bronce y oro
Religión, arte y cultura
Los hititas veneraban a numerosas deidades locales. Una frase recurrente de los documentos de Estado es una invocación a los 'miles de dioses de Hatti', venerados en Asia Menor antes y durante el periodo hitita. Los estudiosos han encontrado las influencias sumeria, babilónica, asiria, hurrita, luvita y otras extranjeras en el panteón hitita.
Relieve con los doce dioses del inframundo.(Yazilikaya)
El santuario de Yazilikaya
El santuario rocoso de Yazilikaya, cerca de Bogazköy, contiene una importante serie de relieves realizados en la roca que representan dos largas procesiones de dioses y diosas aproximándose entre sí. La mayoría de los dioses no han sido identificados, aunque encabezando los dos lados de la procesión aparecen las deidades hititas más importantes: el dios tormenta, o dios del tiempo, y la diosa del Sol. Las excavaciones en el santuario mostraron un templo construido delante de una cámara; la otra cámara más pequeña parece haber estado dedicada al culto de un rey difunto.
Relieve en la roca representando al dios Sarruma y al rey Tudhaliya que data de alrededor de 1250 - 1220 a. C.
El fin de los hititas
La prestada costumbre hitita de deificar a sus monarcas tendía poco tiempo para arraigarse en la cultura popular, ya que Shuppiluliuma I, el hijo de Tudhaliya, estaba destinado a ser el último gran rey hitita. Alrededor de 1200 a.C. los escribas de Hattusa cayeron en silencio y toda la región de Hatti se lanzo a una oscuridad catastrófica de la que jamás emergería. Los signos del cataclismo están escritos con claridad en las ruinas de Boghazkoy: Por doquier yacen grandes fragmentos de albañilería rota y restos calcinados, testamento de la furia de los misteriosos antagonistas que se abrieron paso a la fuerza por Hattusa, incendiándola. La intensidad de la conflagración que provocaron todavía se puede leer en las huellas de fuego que ennegrecieron el interior de las murallas de la ciudad. No quedó de pie ni un solo edificio.
Batalla del Delta entre Ramsés III y los Pueblos del Mar en el siglo XII a. C. Templo de Medinet Habu, Tebas.
La devastación no se vio limitada a la capital. En la dispersión de otras ciudades hititas identificadas hasta ahora por los arqueólogos, existen pruebas de una destrucción similar. En 1993 en Kusakli,a 190 kilómetros al este de la capital hitita ,el arqueólogo alemán Andreas Muller-Karpe desenterró un complejo monumental cuyas paredes de ladrillos de barro habían sido asoladas a por el fuego; por todos los 54 cuartos del edificio había diseminados enormes montones de alfarería hitita ,parte de ella fundida por el intenso calor de la conflagración que destruyo la estructura. La historia se repitió por todas partes: Las ciudades hititas fueron aniquiladas, y los ciudadanos expulsados o diezmados a la campaña circundante, desposeídos de sus pertenencias y nacionalidad. Una de las posibles teorías es la conocida por el texto egipcio escrito en el año 1180 a.C. por el faraón Ramsés III e inscrito en su templo funerario en Medinet Habu, situado en la orilla occidental del Nilo frente a Tebas, ofrece una pista sobre la identidad de los destructores. Alude a una invasión del Oriente Medio por los así llamados pueblos del Mar: “Los países extranjeros tramaron en sus islas y ninguna tierra pudo resistir sus armas, empezando por Hatti….Avanzaron….hasta Egipto” Allí fueron derrotados por las fuerzas de Ramsés III.
Guerrero de los llamados "Pueblos del Mar" los denominados "Pueblos del Mar", constituye todavía uno de los misterios más fascinantes y de difícil solución de la historia antigua del Mar Mediterráneo
Pruebas adicionales del impacto de los Pueblos del Mar fueron encontradas en Siria en el palacio de rey de Ugarit, un estado vasallo de los hititas de la costa, se descubrieron varias tablillas de arcilla en un antiguo horno, eran cartas del gobernante escritas en respuesta a una advertencia de un monarca vecino de le informaba que se acercaban atacantes desde el mar. A muchos historiadores y eruditos les resulta difícil aceptar que navegantes a los que se considera mezcla de filisteos, sicilianos, sardos y ortos grupos de la costa de Asia Menor destrozaran al imperio hitita ellos solos. A cambio sus criben el punto de vista de que otros merodeadores, quizá las tribus kaska, pudieran estar involucradas, y que los enemigos internos también tuvieron que desempañar un papel en el asusto. Ciertamente entre las últimas crónicas guardadas en los archivos de Hattusa había un texto atribuido al escriba de Shuppiluliauma II en el que se queja de la disensión y la rebelión dentro del imperio: “Los habitantes de Hatti pecaron contra Su majestad”, se lamenta el escritor.
Se ha sugerido que esa insatisfacción pudiera haber develado algún tipo de guerra interna entre mismos hititas, como también de una hambruna y malnutrición traídas por una fuerza ante la que todos los pueblos del Oriente Medio fueron impotentes de combatir; el cambio climatológico los historiadores saben que tres siglos después del colapso de los hititas, las condiciones climáticas en toda la región eran más calurosas y secas que en los 300 años transcurridos con anterioridad. Aunque en apariencia trivial, semejante tendencia podría de hecho haber sido desastrosa, en especial para pueblos cuyas suertes estaban unidas a los animales y las cosechas que en el pasado fueran regadas por lluvias y la nieve al derretirse. El que pueblos en otras tierras con toda probabilidad experimentaran penurias similares y, como los hititas, partieran en busca de pastos mas verdes solo puede haber incrementado la miseria. Así de la misma forma que alguna vez emergieron de tierras lejanas los hititas desaparecieron pero su nombre no sería olvidado de la historia. Durante la primera mitad del primer milenio, los asirios conservaron el nombre de Hatti para designar los territorios del antiguo imperio Hitita, aunque los hititas no fueran ya sus dueños.
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